¿De qué podría escribir hoy?. Supongo que de todo y de nada al mismo tiempo pues mi vida hoy es así: todo y nada. La nostalgia se hace cada vez más consistente y ocupa un espacio mayor en mi día a día. Supongo que tiene que ver tanto con el momento vital que me encuentro atravesando, como con mi entorno social, político y cultural de hogaño. Si sigo escribiendo aquí y lanzando botellas al proceloso océano de la red es porque, de alguna manera, sigo resistiéndome al hecho de no intentar comunicarme con los otros (sean quienes sean estos otros a los que desconozco). ¿De que podría escribir hoy?, ¿de una película que aun no veo y dudo que vea en el cine?, ¿del último muerto añejo que abandona la escena de su propia fama?, ¿de la trivialidad de mi día a día y mis últimas adquisiciones en el mundo de la ropa de segunda mano?, ¿de mi salud?, ¿del clima?… Lo dicho, de todo y nada mientras hilo finamente mis recuerdos. Voy a hablar de mi último logro, aunque es un tema breve y conciso: mi agenda 2024. Desde hace años ya, no compro agenda. Son caras y no suelo utilizarlas mucho cuando las compro. Pero, cuando las hago yo misma, hay algo de magia ahí. Si, la magia de la creación acicateada por la creatividad. Llegando las lluvias, y con ellas ese bajón de ánimo que me es imposible soslayar año tras año, elijo un cuaderno de pasta dura o semidura, un cuaderno con motivos que me gusten y me incentiven a la creación de mi próxima agenda. Suelo escoger minuciosamente el motivo o tema del año que suele cambiar y desarrollarse conforme pasan los días. El 2024 va a ser el año del Dragón de Madera para los orientales y quise llenar mi agenda de dragones para hacer un homenaje a este año del Dragón que intuyo fuerte y poderoso para el desarrollo de nuestras vidas en el planeta. Sin embargo, no se me dio. Guarde imágenes de dragones occidentales que no me motivaron en lo absoluto; a excepción de una, la del genial Chimuelo de la película animada «Cómo entrenar a tu dragón» que, por supuesto, no tiene chiste ya que todo el mundo sabe que Chimuelo es en realidad un gato negro disfrazado de dragón. Pero aun así, lo utilicé como homenaje al que espero sea un gran año para mí. Después, revisando el Pinterest me encontré con un ilustrador coreano que se firma «S. hee» y que, con lápices de colores y acuarelas, pinta el mundo íntimo de una niña, casi púber, de trenzas oscuras que es acompañada de un gato negro. Al encontrarme con estas maravillosas escenas «naïf», sentí de inmediato una conexión de los dibujos conmigo misma y con la vida simple llena de pequeños momentos disfrutables otorgados por una cotidianeidad sin pretensiones que deseo vivir desde el fondo de mi corazón. Ojalá el 2024 fuera para mi como esas imágenes que descubrí entre amistades que son familia y familia que abriga a tu intimidad volviéndola el centro mismo de tu vida. Si, me gustó tanto lo que descubrí y llenó mis ojos que la «agenda» salió rápido y sin tropiezos de ninguna especie mientras fluía como el cauce de un río manso. Si, en cuestión de una cuantas semanas la terminé y está lista ya para esperar al 2024.

¿Se dan cuenta?, a veces no se necesita de mucho para sentirse satisfecha y encontrarle a la vida un sentido. Por supuesto, todavía necesito concluir con este 2023 y todos los pendientes que sigo arrastrando de años anteriores sin que se pueda concretarlos. Estamos casi iniciando agosto y aun no he podido ir a sacar las citas que requiero al Hospital General para ir avanzando en esos pendientes que se me están volviendo eternos. Empecé a moverme en enero y pensé que el movimiento respecto a mis pendientes iba a ser tan fluido como la realización de mi agenda 2024; pero no, me equivoqué, ya que cuando tienes que pedir permisos y depender de la voluntad de los demás para concretar tus pendientes, nada es fluido. Por supuesto, no quito el dedo del renglón y pienso que el año 2023 aun tiene semanas y días en las cuales avanzar un poco, lo suficiente que justifique el haber trabajado sobre ello, aunque sea un poquito, nada más.

¿Qué más puedo añadir a esta fecha?. Tal vez que han ocurrido muchas cosas que no tienen que ver directamente con mi proyecto personal pero que si me han proporcionado sensaciones ambivalentes de gozo y desesperación a partes iguales. Mi vida, hoy, no deja de ser la siempre salpicada de alguna sorpresa que suele vivificar mi existencia de una manera que suele conformarme con respecto a lo poco que considero he logrado en lo que llevo de año. Tengo la esperanza de que acabe diciembre con un avance significativo respecto a mis eternos pendientes y así poder concluir que el 2023 no fue la perdida de tiempo que he percibido hasta este momento en su transcurrir. Por lo menos, recordaré unos cuantos días de intenso verano y un paseo francamente renovador junto al Canal Nacional entre garzas blancas y patos.